BALTA SÁNCHEZ: “EL FÚTBOL ES SENTIMIENTO”

Balta Sánchez
© Foto: La Opinión de Zamora

Hoy hablamos con Baltasar Sánchez, ‘Balta’. Un hombre que dedicó su vida como futbolista a la Unión Deportiva Salamanca, club que lleva en su corazón y al que también entrenó. Además, nos habla de otros grandes ‘hombres de fútbol’ como Juanma Lillo, Cruyff o Manolo Preciado. Con ustedes, un hombre de fútbol.

¿Por qué elegiste el fútbol?

Es de esas cosas que uno no sabe decir porqué lo hace. Es una pasión, es un sentimiento y lo ves y te gusta por sí solo. A partir de ahí te vas enganchando: es todo pasión, sentimiento, obsesión… y vas descubrimiento cosas nuevas. Te van apareciendo inquietudes que te envuelven más.

Yo creo que he tenido mucha suerte al compaginar mi vida profesional con una pasión. Cuando me preguntan dónde he trabajado, siempre digo que no he trabajado, simplemente he desarrollado mi pasión en la vida, y la gente se queda un poco pensativa. Evidentemente, para poder desarrollarla tienes que trabajar, formarte, sacrificarte… tiene muchísimas obligaciones. Pero al final estás haciendo una cosa que la has deseado desde que tienes uso de razón.

Debutaste, creciste y te retiraste en la UDS, ¿ahora es difícil encontrar un jugador así?

Hoy es prácticamente imposible, pero también se dan unas circunstancias muy diferentes a cuando me pasó a mí. La vida evoluciona y hay que aceptarlo. Ahora las circunstancias y el contexto en el que se mueve este juego ha cambiado bastante. Pero, sí, en mí se da el caso, aunque antes era más habitual. Además, antiguamente había una ley que se llamaba “el derecho de retención”, con la que, el club, en el momento que tú formalizabas contrato con él, podía renovarte unilateralmente el contrato con una pequeña subida de sueldo. Así que si jugabas y tenías una cierta capacidad, el club iba a ejercer ese derecho porque para irte tendría que llegar una oferta muy interesante al club. Pero yo estoy muy orgulloso de ello. Nunca tuve ninguna sensación de progresar yéndome a otro sitio, siempre quise ser mejor con el Salamanca al lado, porque para mí era un sentimiento, lo hacía con emoción porque representaba a mi ciudad. No sé si en la historia del Salamanca o de otro club habrá habido otro caso así: yo he estado jugando doce temporadas consecutivas, he sido entrenador del equipo de División de Honor, segundo entrenador, secretario técnico, director deportivo, entrenador del primer equipo… es algo que me enorgullece. Ya es historia por desgracia, pero a mí me enorgullece. No presumo de ello, simplemente lo cuento. He sido un afortunado.

Además, la UDS en aquel momento era un equipo ‘grande’, no del nivel del Barça o del Madrid, pero sí era un equipo respetado y admirado.

Sí, el Salamanca siempre ha sido un equipo que ha caído simpático al resto de España. Además, ha habido gestas, hazañas, partidos, que lo han magnificado. Creo que es, sobre todo, a partir de que se sube a Primera División, la época dorada del Salamanca: siete años consecutivos en Primera. Además, sube de Tercera a Segunda y de Segunda a Primera, que es una gesta. El club era humilde económicamente, somos Salamanca, pero compitieron en Primera, lo hicieron muy bien. Era un club con una filosofía hacía primar el esfuerzo físico, era muy familiar, solidario… Y esto se transmitía fuera, estos valores se veían y caía bien. Luego en época ya más moderna: la remontada al Barça, al Atlético de Madrid, el ascenso en Albacete cuando nadie lo esperaba… eso a la gente le llega y, al fin y al cabo, cuando te ven y lo recuerdan de tal manera que parece que habían sido ellos protagonistas.

El Salamanca siempre ha sido un club muy querido fuera de la ciudad. De hecho, cuando desapareció todo el mundo de fútbol así lo decía.

Hemos sido respetados porque nos lo hemos ganado. Nuestro comportamiento en el terreno de juego así lo demostraba. El Salamanca siempre ha sido un club señor, muy respetuoso, hemos defendido unos valores del juego que son incuestionables y eso la gente lo ha visto. Siempre hemos jugado a partir del balón con humildad y eso se valora mucho.

¿Con qué partido te quedas de tu etapa como jugador?

Te podría decir el día que debuté contra el Mallorca. Cuando te pones la camiseta y saltas a ese césped, al estadio que has ido desde niño… es una emoción bárbara. Pero, con el partido que me quedo, aunque sea una paradoja de la vida, es con el último que jugué. Fue el del ascenso en Albacete, la remontada del 0-5 y fue mi retirada.

¿Cómo es jugar en El Helmántico?

Cada vez que he jugado en ese césped me afloraban unos sentimientos interiores… Eres de Salamanca, es tu equipo de toda la vida, estás delante de tu gente… independientemente de que luego la gente te examina, porque está ahí para exigirte. Jugar allí era algo indescriptible. Te produce emociones internas, energía, una situación muy agradable, muchísima motivación… Y luego entran otros factores: quieres ganar al otro equipo porque quieres demostrar que el Salamanca es mejor.

Y ahora cuando pasas por allí, ¿qué sientes?

Paso todos los días porque vivo al lado y desde mi casa, desde la terraza, lo veo. Me produce nostalgia, tristeza… Y sí es verdad que parece que oyes el alboroto, es una sensación que recuerdas. Evidentemente no se escucha absolutamente nada, pero tu cerebro te hace notar algo.

Mi padre decía que eras uno de los mejores centrales que ha visto y que, si hubieses jugado en Barça o Madrid, habrías ido a la Selección. ¿Era más complicado antes ir al equipo nacional sin jugar en uno de los dos ‘grandes’?

Me halaga que tu padre tenga esa impresión de mí [ríe]. Con el paso del tiempo te das cuenta de las cosas que hiciste, las que en aquel momento no valoras, ves otros centrales que han estado en el Salamanca y fuera… Y con el paso del tiempo me enorgullezco de ser uno de los jugadores de la historia del Salamanca que mejor currículum tiene, aunque esto sea diferente. Creo que fui un buen jugador, que puse toda mi capacidad al servicio del Salamanca… Y a la Selección es normal que vayan los del Madrid y Barcelona porque, si juegan ahí, es porque son los mejores y eso es incuestionable. Ahora se ha abierto un poco más la mano, pero al final la gran mayoría son de ellos. El poderío económico siempre está ahí y los equipos que lo tienen, fichan a los mejores… Quizá va alguno también de un equipo modesto que ha hecho buena temporada, pero luego lo fichan uno de los grandes también [ríe].

Después de dedicar tu vida a la UDS, ¿qué sentiste cuando te convertiste en el entrenador?

Sabía que era otro contexto lo que me iba a encontrar, que tenía que diferenciar mi etapa de jugador de la de entrenador, que las miradas serían diferentes… A mí entrenar me apasionó desde siempre: saqué las titulaciones mientras estaba jugando, las que te permitía el reglamento porque no te podías sacar el nivel tres hasta que no te retirases y hubiese convocatorias, que tardaron cuatro años en sacarla desde que me retiré. Ser entrenador del Salamanca no se vive igual que ser jugador, se vive con más presión, con exceso de responsabilidad en mi caso, que no es bueno, pero feliz. Era una decisión que había tomado yo, nadie me obligó a ser entrenador y a serlo del Salamanca tampoco. Evidentemente, me ‘utilizaron’ muchas veces, aunque la palabra ‘utilizar’ la digo con normalidad porque me podría haber negado. Me lo tomaba también como un deber hacia el club, independientemente de que a mí me gustaba y quería que fuera mi profesión. Hacia club no, hacia ‘mi club’. Intentaba relativizar todo lo que podía y centrarme en lo mío. Fue un paso más en la formación humana de mi vida. Como entrenador me tocó vivir cosas buenas y malas, más malas que buenas en conjunto, al contrario que como jugador, pero la vida es así y hay que aceptarlo. Pero estoy muy orgulloso.

Tanto te gustó que repetiste varias veces.

Al principio no tenía la titulación, no tenía el nivel tres, así que no podía entrenar. Se dio la circunstancia de que estaba de segundo y cuando había una destitución, recurrían a mí, pero solo podía estar dos partidos. Y cuando dirigí al Salamanca por primera vez esos dos partidos era entrenador del División de Honor y ganamos los dos: fuimos a Ourense y ganamos y aquí frente a Las Palmas, también. Recuerdo que, en el segundo partido, el fondo sur estuvo toda la segunda parte cantando: “Balta, Balta, Balta…”. Y a mí me han cantado también “Balta, vete ya”. Esto forma parte del lío [ríe]. Los inicios fueron así, pero la gente del club siempre confió mucho en mí. De hecho, hay una anécdota: cuando destituyen a Andoni Goikoetxea, el club tiene dos semanas para encontrar otro entrenador, pero incumplen ese plazo porque los jugadores se lo piden y les hablan bien de mí. Entrené al club dos semanas más y luego vino Chechu Rojo porque yo no podía seguir. El club me ayudó mucho a formarme, tuve mucha gente alrededor que me ayudó… y, además, yo creo que estaba bien preparado. Pero es un juego y a veces te favorecen cosas y otras no. Lo que a mí me ha sucedido en Salamanca siempre me ha producido felicidad aunque a veces me haya ido a casa llorando.

¿Y como secretario técnico? ¿Te gusta más esa función o la de entrenador?

Tengo mis dudas. He estado de secretario técnico, de entrenador y de director deportivo. Con el paso del tiempo apareció la figura del director deportivo, que es diferente a la de secretario técnico. Como secretario te encargabas de los fichajes, de ver a jugadores, de tener un gran ‘almacén’ de jugadores, pero había otras personas que formaban parte de la decisión final. Sin embargo, como director deportivo tienes más autoridad. 

Creo que cuando estuve como secretario técnico se confeccionaron plantillas muy buenas aunque no se consiguió el ascenso ninguno de los dos años. El año de Mariano García Remón parecía que lo íbamos a conseguir y al final no fue así. 

Cuando volví como director deportivo ya me encontré a otro Salamanca completamente diferente, tanto en lo direccional como en los valores, con una gran ruina económica… pero, a pesar de ello, me siento orgulloso de las plantillas que hice en los dos primeros años en Segunda ya que teníamos el presupuesto deportivo más bajo de la categoría. El primer año, con D’Alessandro, nos salvamos en el último partido, aunque yo creo que esa plantilla podría haber dado más. Y el segundo año, a pesar de que la plantilla era buena, bajamos, que fue cuando lo entrené yo. Y luego ya el tercer año, en Segunda B, el contexto del club era completamente loco y la confección de la plantilla fue un auténtico caos. Algunos jugadores se tuvieron que traer a última hora y no funcionaron, así que no me siento orgulloso de mi trabajo ese año, aunque lo hice con toda la honradez del mundo, pero las posibilidades económicas eran muy malas. El club, por desgracia, estaba agonizando por los cuatro costados.

Si hubieras podido elegir a un jugador y a un entrenador para el Salamanca, ¿quiénes serían?

Es una pregunta muy difícil porque es un juego de equipo, de compañeros, en el que no participa uno solo. He tenido compañeros que eran unos jugadores y unas personas extraordinarias, gente que ha venido de fuera y se ha entregado de tal manera que parecía que eran de aquí… Es muy difícil, sería injusto. Pero si te tengo que decir un once sería: como portero, Jorge D’Alessandro; Sito como lateral derecho, centrales: Reza y Balbino y Corominas como lateral izquierdo. En el centro del campo: Enrique y Alves; de mediapunta, Barbará; de delantero centro: Diarte; en la banda derecha: Juanito y en la izquierda: Martín Vellisca. Y como entrenador, sin duda, Juanma Lillo.

No hay ningún jugador de los últimos años. Todos son de la época dorada.

Evidentemente, he sido injustísimo. Se me tiene que haber olvidado alguno que seguro cambiaría por otro, pero, a bote pronto, yo creo que sería un equipo bastante bueno.

Tus hijos también crecieron en las categorías inferiores de la UDS, ¿te hubiera gustado que vivieran como jugadores como tú lo hiciste?

Me hubiese encantado que cualquiera de ellos hubiera jugado en la Unión Deportiva Salamanca. Yo creo que los dos tenían bastante capacidad, pero por diferentes motivos no llegaron. Alberto, el mayor, tuvo dos lesiones seguidas en el ligamento cruzado, además pasó cuando estaba haciendo la pretemporada con Juan Ignacio, que le gustaba, pero tuvimos esa desgracia. Y Álvaro también había jugado muy bien en las categorías inferiores, llegó hasta el Salmantino. Pero no vamos a entrar en dimes y diretes ni porqués…

Estoy de acuerdo en que debe haber unión en todos los estamentos deportivos de la ciudad. Está claro que solo debe haber un club en la ciudad y las figuras más relevantes que estén en el momento que se vaya a producir, se tienen que unir. No tenemos que enfrentarnos unos a otros. Somos una ciudad pequeña y creo que todos los que amamos el fútbol en Salamanca tenemos que encaminar nuestra energía a un solo proyecto. Y cuando decidamos ponernos todos de acuerdo para conseguir algo, todos debemos ceder en alguna cosa, pero lo suyo es que nos unamos e intentemos hacer un Salamanca nuevo.

Pero: ¿refundación o nuevo equipo?

El Salamanca ya no va a volver. Y en esa pelea ya no podemos entrar. Lo que debemos hacer es recuperar el sentimiento salmantino representado en el fútbol, pero no hay que entrar en si es ‘equipo nuevo’, en si refundamos la Unión, que si Unionistas son los de antes, que si el equipo de Hidalgo es el nuevo, etc. Debemos olvidarnos de las rencillas y del rencor si queremos tener equipo de fútbol. Esta situación la he vivido en Logroño, que entrené allí dos años, y aquello era “la verbena de la Paloma”. No tienen fútbol de élite en toda la región, están en Segunda B. Esto es como la vida misma… como lo que estamos viviendo ahora mismo en el país, que no hay gobierno porque no se entiende la gente. Además, yo creo que sería bueno para todos los salmantinos. Lo de Hidalgo bienvenido; lo de Unionistas, bienvenido, el Salmantino, bienvenido y otra persona que quiera, bienvenida. Lo importante es que Salamanca tenga fútbol y que ese fútbol sea sentimiento salmantino.

¿Y mantendrías el Helmántico como estadio?

Por supuesto. EL Helmántico es la segunda catedral de Salamanca. La Catedral, la Plaza Mayor y El Helmántico.

¿Le pondrías nombre y apellido a los culpables de la desaparición de la UDS?

A estas alturas… Si vuelves la vista atrás y empiezas a pensar, creo que culpables hemos sido todos. Todos. La forma que tenemos de ser en esta ciudad, los que en momentos de dificultad no ayudan, cuando hay que salir a protestar por una causa no va nadie y luego decimos… Hay que olvidar si queremos construir futuro. No nos podemos olvidar del pasado, hay que mirar los errores que se cometieron. Hay que mirar para atrás solo para impulsarse. Eso sí, el paso lo tienes que dar en tierra firme, no en lodo, porque si no no sirve de nada. Y todo lo que sea hablar de cosas negativas no va a ayudar a construir un buen futuro. Lo que queremos es que haya fútbol en Salamanca de una vez.

¿Crees que volverá a haber fútbol aquí realmente?

Sí, yo creo que sí.

Pero Hidalgo no tiene apenas apoyo… decepcionó a mucha gente.

Yo he trabajado mucho con Pepe. Hay gente a la que decepcionó y gente a la que no. No hay que entrar en eso tampoco. Si tenemos la oportunidad de que haya un club en Segunda B, vamos a aprovecharlo. Pepe se equivocaría en algunas cosas y en otras acertaría, yo no voy a enumerar ahora mismo en lo que creo que se equivocó o acertó. Pero siempre ha estado ligado al Salamanca y, a nivel nacional, es una persona que tiene jerarquía y la posibilidad de que haya fútbol aquí. Luego veremos si es Unionistas, que está haciendo un trabajo fenomenal, que mantiene el sentimiento del unionismo de toda la vida… Yo creo que hay que sentarse todos en una mesa y decir: “vamos a poner la palabra mágica y que no se la salte nadie: “Sa-la-man-ca”. Que la cuidad sea más grande, que nosotros nos lo pasemos mejor en ella, que a los que nos gusta el fútbol podamos disfrutar del recinto de El Helmántico… que es una pena que no sea de todos los salmantinos.

¿Pero se podría haber salvado la Unión o era algo irremediable?

Yo creo que se podría haber hecho más de lo que se hizo y tengo mis argumentos, pero no es el momento… porque tienes que nombrar y está feo. Yo creo que todos podríamos haber hecho algo más, pero bastante más, para que se hubiese salvado. Y digo todos. Conozco el fútbol de España, conozco todos los clubes y todos ellos han tenido muchísimas dificultades, pero el 90% han seguido adelante porque han tenido ayudas. Y lo voy a dejar ahí. Nosotros no hemos tenido ninguna en un momento crítico. Y a mí, como salmantino, como unionista, me molesta.

Ahora estás al frente del Zamora, además con jugadores de la cantera del Salamanca: Manu, Carlos, Coque, Juanan… ¿Cómo afrontas el reto?

Bien. Me llamaron el año pasado porque ya había entrenado al Zamora hace más de diez años y la verdad es que muy bien… estuvimos a punto de ascender a Segunda, pero la diferencia del golaverage contra el Castellón hizo que subieran ellos. El año pasado cuando me llamaron quedaban tres partidos, era muy tarde, y ya era muy difícil salvar al equipo. Y me plantearon la posibilidad de quedarme otro año para intentar conseguir el ascenso a Segunda B. Estoy muy a gusto en Zamora, les tengo cariño, mi mujer es zamorana, he ido muchísimo siempre… soy salmantino a más no poder, pero me siento muy zamorano también. Y cuando me lo propusieron lo valoré porque soy una persona más sentimental que pragmática y, aunque hay que ser ambas cosas, soy más sentimental. Nunca había entrenado en Tercera y también llevaba tiempo sin entrenar, hablé con ellos y me expusieron el proyecto, yo les comenté una serie de cosas y ahí estamos. La confección de la plantilla la hice prácticamente yo, conozco a la mayoría desde niños, están cualificados para la categoría y sabía que me iban a responder. Además, cuando inicias un proyecto, intentas rodearte de gente que también te conozca a ti. Estamos muy contentos, la plantilla es corta porque el presupuesto no era para pelear con garantías y preferí reducir el número de jugadores y la verdad es que está saliendo fenomenal. Vamos primeros, quedan partidos, le sacamos varios puntos al segundo y tercero…

Partido a partido, como dice el Cholo Simeone.

Sí [ríe]. Eso lo hemos dicho toda la vida, pero llegó el Cholo y se lo adjudicaron a él [ríe]. Pero es la verdad. El equipo está muy centrado, bien y a ver si somos capaces de quedar primeros para tener ventaja en los Play Off. Vamos en camino. Estoy contento, la verdad. El equipo está jugando bien, hicimos una primera vuelta muy buena, hemos sido solventes, hemos metido muchos goles… esta segunda nos está costando más porque los equipos son más maduros, te conocen más, tienen un objetivo ya definido, nos han tocado campos de Tercera fuera de casa complicados… Espero que se consiga el objetivo.

¿Con qué sistema de juego te identificas?

Me gusta que mis equipos esté ordenados en el terreno de juego, intentar ser el mayor protagonista que pueda. Adelanto al equipo, intento hacer presión alta y hacerme con el balón lo antes posible. Y cuando tengo el balón, jugarlo lo mejor posible, porque cuanto mejor lo juegues, más posibilidades vas a tener de meter gol.

Ya lo dijo Cruyff: si tienes el balón, no te marcan.

Y dijo la verdad. También intentas que en el vestuario haya solidaridad, que se lleven bien entre ellos, que la competencia sea sana, que el grupo esté unido… es lo que aprendí en mis años como jugador y que me parece que es lo correcto. Yo no me meto discusiones sobre ‘fútbol bonito’ o no, al final cada uno tiene que hacer lo que el fútbol dice. A veces el partido pide un pase largo, otras un pase un corto… Pero la filosofía global es la que acabo de comentar.

¿Qué crees que ha supuesto Cruyff para el fútbol?

Era mi ídolo. Y hasta que ha aparecido Messi, creo que es el mejor futbolista que he conocido. Evidentemente, Maradona era espectacular, pero Cruyff era más completo. Y como persona me identifico también más con sus actos que con los de Maradona. Cuando era pequeño era mi ídolo… yo entrenaba con una camiseta del Ajax, con el 14, cuando jugaba en el Forterra, aquí en Salamanca. Me acuerdo perfectamente. Yo sabía que ‘el tema’ era serio… ya había hablado con gente de Barcelona y me lo habían dicho. Por desgracia, pasó. Pero ha dejado huella en la vida… hay otros que no la dejan ni en la playa.

¿Con qué entrenador te inspiras?

Siempre lo he dicho: el entrenador que más me ha marcado ha sido Juanma Lillo. Al cien por cien. Para mí es un pedazo de entrenador. Pero en este país a la gente se le marcan estereotipos, estigmas… y al final los van aparcando. Pero yo te hablo desde mi experiencia personal y para mí ha sido una referencia. Evidentemente también la escuela de Sacchi, la del propio Cruyff… Y luego cada uno se va moldeando, va viendo cosas de uno y otro…

He tenido la suerte de conocer y trabajar con muchos entrenadores, pero el que más me marcó, con el que me identifico en todo es con Juanma Lillo.

¿Nunca te has planteado emigrar para entrenar fuera?

Sí, sí. He estado abierto a marcharme. He tenido ofertas e intentos, pero al final no se ha dictado todo bien. Cuando he estado sin trabajar, evidentemente me lo he planteado. Soy un profesional, vivo de esto… y una opción así la valoro.

¿Pero te gustaría? Independientemente del aspecto económico, ¿te motiva?

Sinceramente: no me motiva. Me gustaría probarlo, pero no me motiva. Ahora mismo estoy entrenando en Tercera División, que no había entrenado nunca, y no estoy pensando en entrenar en el extranjero. Ahora quiero que el Zamora suba a Segunda B y luego a ver qué dicta. Lo que quiero es reincorporarme a un status que tenía antes… entrenar en Segunda con equipos muy buenos e intentar repetir la hazaña que viví como jugador: subir de Tercera a Segunda B, luego a Segunda y después a Primera. Todavía me siento con mucha fuerza, me considero capacitado, tengo confianza en mí mismo y tengo ese objetivo.

¿Qué consejo le darías a esos niños que sueñan con ser futbolistas?

El mejor consejo: que no le hagan caso a sus padres. Y que no escuchasen las ‘tertulias taberneras’ que hay en la televisión [ríe]. Estaba bromeando [ríe]. Que sean felices. Cuando eres niño no puedes trabajar con metas cuantificables, lo que hay que decirles es que disfruten del juego, de los compañeros… El fútbol es un juego maravilloso que te ofrece tantas sensaciones… y te hace adquirir muchos valores que si eres capaz de asimilarlos, luego vas a ser un ‘tío cojonudo’ en la vida. Te lo digo sinceramente. Te hace ser solidario, receptivo, aprender a perder, aprender a ganar, convivir con los demás, respetar los colores de la gente… Todo ello hay que inculcarlo. Cuando llegas al fútbol profesional, evidentemente, ya es otra historia: ganar significa la supervivencia y ahí aparecen otras cosas que debes saber manejarlas.

¿Y qué les dirías a aquellos que no son tan niños que sueñan con ser entrenadores?

Les animaría. Cuando alguien tiene un objetivo en la mente hay que animarle. A mí me llegan dos chicos de 20 o 21 años que quieren ser entrenadores y les voy a contar lo bueno y lo malo. Ser entrenador es una profesión muy complicada, tienes que estar muy preparado mentalmente, tienes que ser muy fuerte y saber relativizar las cosas, tener las ideas claras y confiar en ti mismo… y otra cosa fundamental: cuidar a la gente de tu alrededor. El otro día escuché una entrevista al Mono Burgos, que hablaba del Cholo, y dijo: “mi principal labor es cuidar psicológicamente al Cholo”.  Y luego es verdad que parece que hay una ‘rueda de entrenadores’ que parece que trabajan siempre los mismos. Hay demasiados entrenadores ahora…

Precisamente eso también me lo dijo Manolo Preciado hace años… y no conozco a nadie que hable mal de él.

Somos muy parecidos los dos en el carácter… por ello éramos amigos. Era pasional como yo; le gustaba el fútbol que me gustaba a mí; era sano; no tenía ‘dobleces’, como yo creo que tampoco las tengo o al menos eso intento… Manolo y yo coincidíamos casi al 100% tanto en el fútbol como en la vida.

Su personalidad se reflejaba en el campo.

Exacto. Mucha gente también me dice: “Balta, vives igual que jugabas” y les digo: “normal… y que siga así mucho tiempo”.

¿Fútbol negocio o fútbol de cantera?

Hay que compaginar ambos. Las dos cosas pueden combinar convivir juntas. Hoy en día no te puedes cerrar. Actualmente el fútbol es juego, pero también espectáculo. Ahora, enfocar al 100% el juego como negocio es un error. Grave error. Además, creo que los dos se necesitan y que ninguno debe vivir por encima del otro. Deben ir a la par.

¿Y qué les dirías a los que dicen que el fútbol es “ver a 22 tíos corriendo detrás del balón”?

Que no les gusta ni lo entienden. Simplemente, que lo respeten. No les gusta porque no entienden el juego y como no lo entienden, no lo interpretan… entonces no les produce ninguna sensación. No pasa nada… en la vida tiene que haber de todo.

¿Hala Unión?

¡Claro! ¡Hala Unión toda la vida! Yo aun lo sigo diciendo… De hecho, algunos amigos todavía me llaman “capi” e incluso la gente. Mis jugadores del Zamora me piden que les cuente historias… el otro día les comenté la entrada a la Plaza Mayor después del ascenso en Albacete. Y sí: ¡Hala Unión! Eso es lo que debemos decir todos, no cada uno algo diferente.

More from Paula Martín

CONVERSACIONES (IN)FINITAS: TOÑA IS

Tercer capítulo del (vídeo)podcast ‘Conversaciones (in)finitas‘. La protagonista es Toña Is, una...
Read More

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *